En una de estas mañanas fui en busca de un libro a la casa de un amigo, al llegar, su madre me aviso que estaba ocupado que esperara un momento, a lo que accedí, después de unos minutos escuché a la señora pedir de favor a un nieto que le buscara en su habitación la sombrilla o paragua, el niño al buscar el paragua lo abrió desde la misma habitación recorriendo parte de la casa hasta llegar a donde ella, ésta al ver que el niño lo traía abierto le reclamó de forma airada que inmediatamente lo cerrara, porque no permite que dentro de la casa se abra el paragua, según ella eso trae mala suerte al hogar, al escuchar esto le dije, “ doña no creo que eso sea así”. Aunque no se logran descifrar los grandes misterios que nos han consumido durante siglos, creo que de ahí vienen los mitos, las supersticiones y las cábalas, de ese mundo de cosas que ignoramos y que nos afectan grandemente.
El amigo, al oír la conversación, desde una habitación lo escuche decir, estoy totalmente de acuerdo contigo, pues recuerdo como si fuese ahora mismo, cuando un profesor en la universidad me dijo estas palabras “la suerte consiste en estar preparado”, de ahí se desprende que es de sabio tener este enfoque, si dejamos a la suerte todo lo que nosotros como humano vayamos a lograr, quizás moriremos sin nunca haber visto esa suerte, creo y así muchas personas creen, que la suerte es una de las mayores mentiras del mundo, nadie nace por o con suerte, o que tiene algún objeto que se la proporciona, aunque la mayoría de las personas, por no decir todas, decimos “que suerte”, cuando algo nos sale bien.
Son tantas las supersticiones que a los largos de los años han acompañados a nuestro antepasado, como podemos recordar que la tradición dice: “para que el día no se tuerza, hay que apoyar en primer lugar el pie derecho o sea levantarnos con ese pie, si alguien osaba hacerlo con el izquierdo le esperaba un día lleno de cosas negativas y de mala suerte”, parece ser que esta superstición nace de la noción de que cualquier cosa zurda era antinatural una idea que se basaba en que la mayoría de los seres humanos son diestros.
En el caso del paragua era que ningún supersticioso tendría jamás la valentía de abrir un paraguas dentro de una casa. El origen de este temor se remonta a la época en que los reyes orientales y africanos lo utilizaban sólo a modo de sombrilla para protegerse de los rayos solares, abrirlo en un lugar sombreado, fuera de los dominios del Sol, era considerado una irreverencia.
La suerte es una forma de superstición interpretada de forma diferente por individuos diferentes, es la excusa principal para aquellos que no tienen trazada una meta a seguir, para esos que tienden a buscar una razón o culpable cuando las cosas no salen favorable en algunos momentos, es el soporte para los mediocres que sin preparación, sin proyección, sin objetivos se quedan sentados a la espera de que esa bendita suerte le cambie de un momento a otro cualquier aspecto de su vida. Esos que están en la espera de la suerte, el tiempo le pasa, sin dejarle ninguna idea clara para él y los suyos. Es más prudente en vez de decirle a alguien te deseo buena suerte, es más conveniente decirle te deseo éxito, si le decimos te deseo suerte, le estamos diciendo que se quede sentado que no ejerza ninguna acción para lograr el objetivo, ya que ha de suponerse que la suerte le va a llegar así de la nada. Mientras si le deseamos éxitos, le estamos diciendo emplea tu esfuerzo personal rompiendo barreras y obstáculos que se te presenten en la vida y que no existe ninguna otra forma de lograr el éxito si no es de una manera tenaz y persistente, teniendo en cuenta que el éxito es el triunfo o la consecución de los objetivos planteados.
En esta sociedad en la que el hombre solo piensa en la buena o mala suerte, sin tener las herramientas para enfrentar los obstáculos, quizás sola la supuesta suerte, no podrá con algunas de esas dificultades que ha de enfrentar, sino que debe estar apoderados de otros recursos que le son de importancia poseerlos y usarlos en los momentos cruciales de la vida, cabe recordar la clásica estampita en la cartera de la dama, el resguardo en el bolsillo del caballero, por lo que mucho precian sentirse protegidos por fuerzas "superiores", "especiales" o "divinas" para que guíen y ayuden sus temerosos pasos, en donde supuestamente el mal prevalece en cada rincón.