Por Narciso Isa Conde
En días recientes fue ejecutada por el gobierno de Venezuela la captura y extradición a Colombia del camarada Joaquín Pérez Becerra, exiliado en Europa, nacionalizado en Suecia, perseguido a muerte por el régimen criminal de su país desde hace 20 años.
Con mucha razón se ha dicho que el rol de una revolución nada tiene que ver con asociarse a la persecución de militantes revolucionarios de otros países.
Las acusaciones contra el director del medio alternativo ANNCOL, fueron suministradas por la “súper computadora” de Raúl Reyes, asesinado premeditadamente junto a un grupo de guerrilleros y de estudiantes mexicanos en territorio ecuatoriano.
En verdad el propio Chávez ha sido objeto de peores acusaciones derivadas de la misma “fuente”, irresponsablemente difundidas por Uribe y por Juan Manuel Santos cuando ejercía el ministerio de defensa de ese gobierno asesino.
De ahí lo absurdo e indignante de lo sucedido a Joaquín en el contexto de una acción concertada entre ambos jefes de estado.
De Santos, ayer ministro de la guerra sucia y hoy presidente de la misma guerra, oligarca sin escrúpulos siempre, no nos extraña ni nos duele nada. Ese señor es capaz de todo lo malo, aunque oculte hoy lo que se propone mañana frente al propio Chávez y la revolución bolivariana.
De Chávez si nos golpea fuerte que haya llegado a ese extremo, después de autorizar la inaceptable extradición de varios dirigentes de la izquierda vasca y algunos combatientes del ELN y de las FARC.
Esa pendiente -enmarcada en la anunciada “cooperación” con un régimen responsable de varios intentos de asesinato contra él y de la nefasta infiltración paramilitar en territorio venezolano- además de ominosa, es suicida.
Nos conturba el daño que se hace el propio Chávez con esa “cooperación”, como también el que se deriva de la “mediación” junto a Santos para salvar al Lobo de Honduras.
Un desvió muy profundo y una deformación muy peligrosa tiene que estar detrás de ese curso degenerativo de la política exterior venezolana.
¡Ojala esa peligrosa desorientación pueda ser revertida a tiempo!
Ni Chávez, ni las esperanzas despertadas por ese proceso, merecen esa ruta cenagosa.
Además, el Comandante no debe perder de vista que el propio Santos, sus generales a lo Montoya, los halcones gringos y su padrino Obama, lo están acechando para volver a esgrimir en su contra las calumnias de la “súper-computadora” y muchas otras mas.
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