domingo, 17 de julio de 2011

Mi adios para Facundo Cabral


POR BIENVENIDO MATOS PEREZ.


Y ahora ¿Quien podrá cantarnos canciones de amor? ¿En que otra voz volveremos a escuchar como el arrullo de un tierno manantial aquellas notas que emanaban de las profundidades del alma, de un cantor enamorado de la vida?

“Yo no se quien va mas lejos, la montaña o el cangrejo”.

“Pobrecito mi patrón piensa que el pobre soy yo”

Toda la sustancia que emanó de tu voz, todas las esencias de vida que lanzaste como llamas de vientos colocadas de formas apacibles, gratas sobre las alforjas del tiempo han cesado de forma repentina, bruscas, tormentosa, la noticia de tu muerte fue rotunda, cortante, frustratoria, de momento nadie lo creyó después de escuchar ¡Asesinan a Facundo Cabral en Guatemala!, todos tuvimos que sobreponernos, uno sabía que tu te ibas a morir un día como todos, pero aspiraba a que esto fuera consono con tu existencia, con la forma de vida que te diste, que creaste, por ello todavía escribo sobre ti y no te siento muerto, no te acepto postrado sobre un lecho a la espera de traslado a tu país de origen para darte cristiana sepultura ¡oh Dios de que material están hechos ciertos hombres!, ahora comprendo al inmenso Jesús María Vargas Vila “de que hay hombres que son pantano, de que hay hombres que son obsceno”.

¿Pero a quien se le ocurre matar la paz?, a ti no pudo ser a quien le dispararon puesto que con tu muerte nada iban a lograr, hace mucho tiempo que no pertenecías al mundo de los vivos, hace tiempos que andabas otros rumbos que tu voz y tú construían el corazón de los hombres y mujeres del mundo la ruta de otro mundo, el mundo venidero tú no tenías negocios, no eras dueño de bancos, no tenías intereses en las bolsas de New York, no tenía condominios, no te expresabas en dollares, ni en yen, ni en euros, tu no sabías de rublos ni conocías la lira esterlinas.

Las empresas que abrigabas no tenía capitales en metálicos, tú hablaba de la fe, del amor, luchaba por la paz y construías con tus fuerzas interiores el puente para hallar el camino hasta el cielo, tú eras un transeúnte en estas tierras, matarte a ti si esa fue la intensión es un esfuerzo inútil porque con ello no se apaga tu voz y tu canto es propiedad del tiempo es invencible, que pena de tu muerte material no hay escusa, nunca tendrán razón, matar tu cuerpo fue como un intento por destruirnos a todos, es más estoy convencido que si no lo han logrado al menos contigo todos los mortales estamos peligrosamente heridos de muerte.

Contigo Facundo se nos muere la paz, la paz de tus canciones, de tus esencias esa misma que fuiste a llevar a Guatemala que pensaste la última de tu larga carrera por la vida, por esa viada próspera de ensueños que marcó tu camino durante setenta y cuatros largos años, no usabas gualdaespardas no lo necesitabas, tu arte quedó tan definido casi desde el comienzo de tu carrera artística carrera que hizo historia y que es patrimonio de la humanidad porque se sustentó sobre los tres pilares esenciales en los sentimientos de la gente.

La canción protesta como expresión de nuestro pueblo, el compromiso social con la redención de las masas irredentas de todas las naciones y la reflexión espiritual como intento por liberar a los hombres de las miserias que lo abaten y lo deshumanizan.

Ahora comprendo las palabras aquellas que tanto contenido expresan en su significado “Si estos días no fueran acortados ninguna carne sería salva”.

No volveremos a verte físicamente pero tu voz será siempre un susurro, una palabra que surca los cielos en su vuelo raudo siempre entonando canciones de amor, el recuerdo de tu nombre es y será perenne entre nosotros, por ello al despedirte quiero darte las gracias por tu vida, por pensar como pensaste, por cantar como cantaste, por soñar como soñaste, es verdad, los asesinos de tu cuerpo son desertores de la humanidad que ni muertos tienen derecho a refugiarse bajo el perdón de la clemencia humana ¡pero perdónalos señor que solo han podido con su crimen empujar a Facundo Cabral a ocupar su sitiar allá en el cielo!

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