Por: Bienvenido Matos Pérez
Permítanme unas palabras ahora que entregamos a la tierra generosa el cuerpo exánime de Luis A. Arias Michel
De Luis, poco podemos decir en esta hora en que la tristeza puebla nuestros sentimientos e invade con ímpetu toda nuestra existencia.
Más que un panegírico a lo que aspiramos hoy es a despedir un amigo, decirle a quien parte pletórico de sueños, de musa, de pueblo, hacia el destino final de todos los mortales, todo lo que le apreciamos sabemos que Luis Antonio Arias Michel vivió en la más profunda humildad como quiso y como postuló siempre “Soy humilde y viviré humilde, moriré humilde”, como si en la humildad el encontraras razones para inspirarse, para cantar, para extraer a las musas sus compañeras sempiternas las esencias de su vida, la que vivió como un gigante en medio de grandes limitaciones.
Don Luis supo sacar de sus entrañas de sus ánforas, de las profundidades interiores las fuerzas vitales que le mantenían asido con firmeza a la embarcación en medio de la más espantosa tempestad, se aferro a Dios con fuerzas de sus labios nunca pronuncio un lamento, una expresión de dolor, de amargura, sino que sus palabras procuraron acercarse más al altísimo al Dios de sus esperanzas al grado en los últimos días de su vida sus palabras estaban llena de fe, de amor.
Nunca dijo ay, ni miró hacia atrás y si lo hizo fue para corregir las deformaciones de sus huellas en su largo caminar por las calles del barrio el pueblo que le vio nacer.
Reitero que más que un panegírico laudatorio de la vida de Luis Antonio Arias Michel solo quiero esta tarde frente a su tumba, frente a frente con él despedirme de un amigo fraterno que se marcha hacia la eternidad y lo hago porque su vida es el más elocuente testimonio de grandeza, el mejor tesoro que deja a sus familiares, a su familia y al pueblo de Barahona testimonio que se expresa en su paso por la música donde supo templar las cuerdas sonoras de la inspiración para legarnos piezas musicales de profundo contenidos liricos y emocional como fueron sus composiciones “Tus Ojos” – Bellos, Bellos, Bellos, fueron los ojos que a mi me miraron, los ojos triste que me ilusionaron aquellas tarde yo me enamoré.
Fueron esos ojos los que llenaron mi vida de angustia aquellas tarde silenciosa y mustia.
Ojos que nunca, nunca olvidare.
O las canciones corazón y Barahona, un canto permanente, un homenaje que vivió en sus labios para honrar el pueblo de sus amores.
Luis Antonio Arias Michel fue también atleta, deportista que descolló como pesista, gimnasta disciplina deportiva en la que llegó hacer campeón de barras y argolla y en la que cosechó grandes triunfos para la provincia de Barahona.
Pero la actividad en la que más se destacó, la que definió su vida fue la de maestro porque allí hayó el símil para verter sobre la juventud su conocimiento y para volcar sus sentimientos y orientaciones sobre quien el dijo siempre ¡Oh juventud divino tesoro! A esa juventud a quien intimo siempre a prepararse para relevar a los más viejos.
La Cámara de Comercio y su Instituto Comercial Barahona guardan recuerdos imborrables de tus pasos por las aulas de esa venerable institución de Estudios Comerciales donde todavía están gravadas tus palabras, tus enseñanzas, tus ejemplos.
El barrio caguero del sector Juanico Pepe donde tú decías que se escuchaba el Himno Nacional y se veía el reloj publico repetir la hora dos veces te recordaran siempre, tus vecinos te verán sentado en tu mecedora y te verán en las mañanas con tu escoba en las manos barriendo el patio de tu hogar y el eco de tu voz apacible, grata, que a veces parecía se apagaba repetirá siempre tus palabras –“Aquí como esas flores vieja que aprisionadas en un viejo baúl pierden su perfume y su fragancia”.
“Repasar no es retroceder, sino aprender mejor”. “Mi vida es un libro abierto para que todo aquel que así lo considere lea o toma de las paginas del mismo lo mejor que necesite para su utilidad”.
“Amigo no es aquel que con bombos y platillos se nos acercan sino quien en un momento de dificultad se acerca a nosotros para secar las lagrimas del sufrimiento”. “Aquí esperando que alguna vez en la vida, la luz de un sol más fuerte siquiera por un instante queme mi piel”. “Y que quieres que te diga, si es que nunca te he dicho una mentira”, toda esa fraseología que formaron parte del ideario de tu diario vivir la recordaremos siempre, ahora que te has marchado con la misma humildad en que viviste, pudiste serlo todo materialmente hablando, pero tu verticalidad, la seriedad con que quisiste vivir te lo impidieron en un sociedad en la que los antivalores campean por sus fueros.
Por ellos al concluir mis palabras frente a ti lo hago como testimonio del mutuo afecto que ambos los profesamos y porque creo que la generación a que pertenezco creyó siempre que Luis Antonio Arias Michel tenía las condiciones necesarias para este tributo que con mucha pena por tu partida te tributamos hoy.
Vete en paz Luis Arias lo que quedamos te recordaremos siempre.
El Autor es abogado y poeta
Dr.Matos Perez
ResponderEliminarTodo bien en las palabras para reconocer el valor de Luis A. Arias M., pero, aqui si vale el pero o el pelo de que, el pueblo de Barahona fue timido antes el cortejo funebre de llevarlo hasta su ultima morada.
Es aqui donde se recuerda que solo valoramos a los grandes hombres cuando ya se han marchado de la vida.
La despedida del Profesor dejo mucho que decir de las autoridades municipales de la provincia, solo era la marcha del hombre solo y humilde a su ultimo encuentro; llevado en los brazos del escuptajos y el desprecio a un hombre que dio tanto por muchas generaciones.
Recuerdo un aforismo de contabilidad que siempre nos menciono de 'Papeles amarran lenguas'
Profesor Luis Arias que en QPDE